Francisco Gómez de Quevedo y Santibañez Villegas
1580 - 1645
Ningún cometa es culpado
ni hay signo de mala ley,
pues para morir penado,
la envidia basta al privado
y el cuidado sobra al rey.
De las cosas inferiores
siempre poco caso hicieron
los celestes resplandores;
y mueren porque nacieron
todos los emperadores.
Sin prodigios ni planetas
he visto muchos desastres,
y, sin estrellas, profetas:
mueren reyes sin cometas,
y mueren con ellas sastres.
De tierra se creen extraños
los príncipes deste suelo,
sin mirar que los más años
aborta también el cielo
cometas por los picaños.
El cometa que más brava
muestra crinada cabeza,
rey, para tu vida esclava,
es la desorden que empieza
el mal que el médico acaba.
Fui buscar este poema de Quevedo a uma antologia poética da Alianza Editorial, 1985, Madrid. Prólogo e selecção de Jorge Luis Borges.